Los puertos, en comparación con el resto de infraestructuras de transporte, han sido los grandes olvidados en materia de sostenibilidad. Sin embargo, esta tendencia está cambiando. En España, el 70% del comercio exterior y el 15% del transporte interior se realizan mediante transporte marítimo, por lo que afrontar los retos medioambientales que plantean se ha convertido en una prioridad.

Los barcos emiten 1.120 millones de toneladas de dióxido de carbono anualmente, lo que supone un 4,5% del total de emisiones de CO2 en el mundo. Parte de estas emisiones se producen cuando los barcos están navegando, pero también cuando están atracados en los puertos. En 2009, los 27 países que integran la Unión Europea acordaron reducir las emisiones del transporte marítimo en un 20% para 2020. Parte de la solución está en construir barcos más eficientes, pero también en fomentar el desarrollo de tecnologías más sostenibles en los puertos.

Las tecnologías de conexión a tierra, como el sistema Siplink desarrollado por Siemens, permiten que los barcos se conecten en los puertos a la fuente local de energía eléctrica mediante un enchufe gigante. De ese modo el barco puede apagar sus motores y así no emitir CO2.

El puerto de Juneau en Alaska fue el primero en instalar las tecnologías de conexión a tierra en el año 2001 y desde entonces cada vez son más los puertos que la están utilizando. En el puerto de Los Ángeles, con gran afluencia de cruceros, tres navieras ya la han implantado. De hecho, el estado de California, mediante una nueva ley, obligará a los puertos a adaptarse a esta tecnología antes del 2014.

Otro ejemplo lo encontramos en el puerto de Lübeck, en Alemania, el más grande del mar Báltico, donde el sistema Siplink ha permitido reducir en un 35% las emisiones de CO2 y en un 90% las partículas emitidas a la atmósfera.