Es habitual que las ciudades cuenten con barrios obsoletos en zonas periféricas. Muchos de ellos surgieron en la segunda mitad del siglo XX, fruto de un desarrollo poco equilibrado, con el objetivo de acoger a obreros, emigrantes o desplazados a causa de guerras o catástrofes.

En la mayoría de los casos, las viviendas que los conforman han quedado obsoletas y, para evitar su destrucción y tener que construir otras nuevas, muchas ciudades han optado por su rehabilitación. España, por ejemplo, cuenta con casi 15 millones de viviendas que necesitan una reforma. Para ello, es fundamental aplicar unos criterios de sostenibilidad que permitan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y fomenten el ahorro energético. La problemática de estas viviendas y barrios suele consistir en:

  • Tener un aislamiento térmico deficiente.
  • Sus fachadas están deterioradas.
  • No tienen ascensores.
  • Cuentan con ventanas y cristales inadecuados.
  • Escasez de zonas comunes y zonas verdes.
  • Tienen barreras arquitectónicas.
  • Falta de alumbrado.
  • Alcantarillado deficiente.
  • Malas comunicaciones.

Para hacer frente a estos problemas la renovación urbana se presenta como la solución más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Su objetivo es hacer frente a la obsolescencia urbana:

  • Reduciendo el consumo de suelo para la urbanización y la construcción de nueva vivienda.
  • Mejorando el acceso al transporte público para reducir la utilización de los vehículos privados.
  • Disminuyendo la producción de residuos, como en Hammarby Sjöstad, pionero en instalar un modelo de gestión de residuos urbanos.
  • Disminuyendo el consumo energético.
  • Dotando a los barrios de zonas verdes y comunes.
  • Incorporando las tecnologías de la información en los edificios (TIC).
  • Mejorando las infraestructuras, espacios públicos y equipamientos de los barrios.
  • Mejorando la accesibilidad de las viviendas (instalando ascensores, accesos para minusválidos, etc.)

En Europa hay muchos ejemplos de actuaciones de rehabilitación. Los barrios de Hoogvliet en Rotterdam (Holanda) o el de Hammarby Sjöstad de Estocolmo (Suecia) son dos buenos ejemplos de ello, convirtiendo unos barrios degradados en zonas cotizadas, con una gran calidad de vida y ecológicamente eficientes.