Infraestructuras inteligentes, la esencia de las ciudades resilientes
Si echásemos un vistazo a un mapa de mediados del siglo XIX de cualquier ciudad española, comprobaríamos la drástica transformación que han experimentado nuestras urbes. Se trata de un cambio marcado por la evolución de la sociedad y la forma de vida, y que ha dado como resultado un incremento de la población urbana.
Esta tendencia ha ido más allá de nuestras fronteras hasta convertirse en global y protagonizará el futuro. Se estima que la población urbana alcanzará los 6.000 millones de personas en 2045, un crecimiento especialmente acentuado en los países emergentes. Es ahí donde se producirá aumentará la clase media: algunos estudios señalan que en 2050 podrían acceder 3.000 personas más. Otros elevan esa cifra hasta los 4.900 en 2030.
Ese mayor poder adquisitivo permitirá comprar más bienes, como los coches, algo que incrementará enormemente los traslados urbanos. Así, el tráfico se convertirá en el principal desafío de las ciudades en las próximas décadas. Empezar a tomar medidas ya, les ayudará a afrontar la principal consecuencia: el aumento de la polución, que debilitará al medio ambiente.
Así, el mejor punto de partida es el de modernizar las infraestructuras urbanas para hacerlas más inteligentes. Para ello, es necesario:
- Contar con una sólida red de transporte, crear líneas de metro y autobuses que garanticen un transporte público de calidad, e instalar sistemas de tráfico inteligentes. De esta forma, gestionarán con mayor eficiencia los traslados urbanos y hacer realidad una movilidad sostenible.
- Integrar redes energéticas inteligentes que ayuden a administrar de forma más óptima los recursos existentes y garanticen un suministro fiable.
- Implementar soluciones de software para la automatización ferroviaria y extender así la movilidad sostenible a los traslados interurbanos.
- Reforzar edificios con avanzados sistemas de evacuación, seguridad contra incendios, automatización y gestión energética.
- Mejorar flexibilidad y capacidad de respuesta de infraestructuras críticas, como centros de datos o aeropuertos.
Con todas estas medidas las ciudades serían más resistentes. Invertir en resiliencia les aportaría unos beneficios de 1.000 millones de euros, según un estudio de Siemens y la consultora Arup. Además, les ayudaría a estar preparadas, reaccionar y seguir funcionando con normalidad ante fenómenos naturales de gran magnitud.
En la ciudad vietnamita de Ho Chi Min ya están poniendo en marcha algunas de estas iniciativas para hacer frente a esos desafíos del mañana que ya está viviendo. Su transporte público urbano sólo representa el 5% del volumen total del tráfico y su meteorología adversa hace que esté expuesta a inundaciones, algo que podría afectar al 60% de la ciudad en 2050.
La tecnología y una mentalidad más sostenible son las mejores aliadas para estar preparados cuando el futuro llame a nuestras puertas.