Según datos de las Naciones Unidas, las ciudades del mundo ocupan apenas el 2% del planeta pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía. Si a estos datos sumamos que la mitad de la población se concentra en ellas, cifra que aumentará hasta el 60% en 2030, se pone en evidencia que las urbes deben enfrentar los grandes retos de sostenibilidad de la sociedad. Para garantizar que esto se cumpla, se debe invertir en innovaciones que reduzca el consumo y emitan menos gases contaminantes.

En este sentido, la asociación europea Energy Cities ha creado la iniciativa “Imagine” que pretende impulsar la creación de ciudades de baja energía. Según sus impulsores, los objetivos energéticos de la Unión Europea se han encontrado con varios obstáculos. Su objetivo es, por tanto, ayudar a los responsables de las ciudades y a sus habitantes a que asimilen mejoras energéticas y urbanísticas durante los próximos años. La eficiencia energética, el consumo de energías renovables, el aprovechamiento de los residuos o el transporte sostenible son las principales herramientas.

Los integrantes del proyecto plantean 30 propuestas, agrupadas en cinco temas, para que cada ciudad asociada realice una iniciativa concreta:

–    Dar más capacidad de acción a los actores locales
–    Conocer mejor los recursos y los flujos del territorio
–    Redefinir el sector financiero en general
–    Inventar nuevos sistemas de gobierno local
–    Crear planes urbanísticos para reducir el consumo de energía

Según sus creadores, las ciudades de baja energía serán, en 2050, muy diferentes a las actuales, no tanto por su aspecto físico, sino porque se configurarán de la siguiente manera:

•    Los nuevos edificios no usarán energía fósil y reducirán o eliminarán sus emisiones contaminantes: generarán electricidad gracias a la construcción pasiva, un buen aislamiento o los techos con paneles de energía solar térmica y fotovoltaica. El diseño integrará un parking para bicicletas. La mayoría de los sistemas de calefacción se basarán en la cogeneración.

•    Los planes urbanísticos serán «verdes».

•    El alumbrado se basará en sistemas de bajo consumo y se priorizará la luz natural.

•    Mayor presencia de los espacios públicos (plazas, calles, etc.) y amplias zonas verdes conectadas con la naturaleza.

•    Movilidad sostenible: los viajes se harán de forma mayoritaria a pie, en bicicleta (incluidas las eléctricas y vehículos de dos o tres ruedas) y en transporte público.

•    La energía provendrá de forma principal de fuentes renovables (solar, madera, geotérmica y eólica) o a partir de desechos (basura doméstica, cogeneración).

Barcelona, Málaga, Pamplona y San Sebastián forman parte de este programa. La ciudad condal trabaja en un plan de acción territorial sobre bio-residuos, el diseño de un código urbano para favorecer ir a pie y en bicicleta o un plan de energías sostenibles. Málaga desarrolla un plan para potenciar la energía renovable en la ciudad. Pamplona ha equipado varias escuelas con paneles fotovoltaicos. Y la capital guipuzcoana implementa un sistema de distribución de mercancias más eficiente.